[...] Sixx relata cómo su propio viaje a la fama se aceleró mientras estaba en otra banda, London, tocando Starwood en Sunset Strip en West Hollywood. El club exhibió actos de rock como Quiet Riot, cuyo entonces cantante Kevin DuBrow una vez le pidió a Sixx que se uniera a su banda ("Lo rechacé de plano", dice). Era propiedad del gángster Eddie Nash, el supuesto autor intelectual de los asesinatos de Wonderland en la sección de Laurel Canyon de Los Ángeles en 1981. "Era un hombre perpetuamente echado a perder, paranoico, vicioso y violento", escribe Sixx. [...]
Por su parte, y en respuesta a los dichos de Nikki Sixx, la actriz y directora Regina Russell Banali viuda del baterista Frankie Banali, ha publicado en sus redes un comentario a modo de aclaración y desmentida de lo expuesto por el bajista en el documental sobre su vida. El mismo expresa lo siguiente:
Lo ha dicho públicamente varias veces y ahora lo ha escrito en un libro. No puedo quedarme callada. A Nikki Sixx nunca se le pidió que se uniera a Quiet Riot. El hecho de que Kevin y Frankie se hayan ido no significa que ya nadie sepa la verdad. En el momento en cuestión, Nikki no había aprendido a tocar el bajo tan bien todavía y nunca había estado en una banda. Cuando Kelly Garni fue despedido, audicionaron como bajistas y Nikki era uno de ellos, pero él era joven y aún no estaba listo. Randy dijo que no. No quería formar a otro bajista, así que consiguieron a Rudy Sarzo, que había estado en muchas bandas y era un músico experimentado. Nada en contra de Nikki, pero él simplemente no estaba listo y la idea de que en ese momento los rechazó porque quería hacer Motley Crue no tiene sentido porque luego se cortó los dientes en una banda llamada London durante mucho tiempo antes de que se formara Motley Crue. Es inconcebible que a un niño que recién está aprendiendo a tocar el bajo no solo se le pida que se una a una banda activa, sino que también lo rechace. Ojalá dijera la verdad.
La realidad es que Nikki Sixx nunca tocó en Quiet Riot más allá de lo que el bajista pueda decir ya que los hechos del pasado no se pueden modificar.
Fuente: New York Post